lunes, 20 de octubre de 2014

Una vez más

Tú me buscas y yo no, no te olvido.
Tu muy lejos y yo muy perdida.
Somos unos idiotas al creer que esto se acabó.
Y seguimos barajando cartas
como si tuviéramos mucho que dar
y no, no es así, no nos queda nada ni a ti ni a mí, nada.
No nos pertenecemos ahora, nunca lo hicimos,
pero sigue habiendo un "nosotros"
que destruye cualquier esperanza puesta
en una falsa ilusión de que no nos necesitamos.
Yo sigo avanzando,
creyendo a ojos cerrados que corro a donde
ya no quede ni tu sombra,
pero tu avanzas como la luna dentro de un universo
infinito que dibuja espirales hasta no cansarse
y apareces frío y desgastado por el tiempo,
apareces alumbrando con una luz que no te pertenece,
estremeciendo todo lo que puede estar debajo tuyo
y desde tu lejanía, desde tu ausencia,
no dejas de estar ahí, aun cuando no brillas
y los amagues de oscuridad repletan tu existencia.
Como si avanzara a encontrarte otra vez.
No puedes irte porque nunca estuviste,
no puedes alejarte, nunca estuve guardada
por eso no puedes arrancarme de ti.
Se ha manchado el deseo de acariciar
la noche con mis manos,
porque antes de tocar miré
y por todo lo que vieron mis ojos,
se quemaron de lágrimas que morían
cada vez que cerraba los ojos.
Te pienso y no sé por qué.
No es cosa de olvida, es el destino.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Perra

Me haré dueña de tus deseos más profundos,
me dormiré con las piernas abiertas sobre tus sueños más honestos
y los convertiré en mis fetiches más cochinos.
Dejaré que me toquetees todo lo que veas de mí
hasta mi alma será profanada por tus deseos.
Te convertiré en mi deseo sexual
hasta que sientas la necesidad de verme con las piernas abiertas todas las noches.
Haré que te ahogues en todos los orgasmos
que se me vienen cuando te afirmas de mis caderas.
Te provocaré hasta encerrarte en tus máximas confusiones.
Llenaré de besos tiernos y calientes tu rostro,
haré que sonrías cuando me veas mojada,
haré que sonrías cuando te toque,
haré que sonrías cuando despiertes a mi lado.
Haré que te sorprendas de tanta ternura
luego lograrás interpretar cada una de mis miradas.
Y en el mayor de los silencios que exista
en esta misteriosa relación, te ahogaré hasta
que pierdas la voz, confundido sin salida.
No tendrás una escapatoria más allá que quedarte conmigo.
Y así, con los ojos cerrados
sentirás el olor del juego de una zorra,
olfatearás como perro cobarde
las maniobras de una perra de la vieja escuela.
Tendrás la tentación ambivalente
de querer escapar y escapar hacia mis brazos
y entenderás cómo juega un animal
luchando por su sobrevivencia.
Entenderás que el juego lo manejamos las cachorras.
Besarás las consecuencias de caminos
profanos entre mis labios y mi boca.
Sin querer te haré sentir
cómo el instinto animal que se escapa de tus ojos,
se viola con mis palabras más oscuras y perversas.
Te ocultarás tras tu miedo y te esconderás
en la desorientación más vil de la cobardía.
Serás impregnado de los juegos de una zorra.
Sin escapatorias, obtendrás las fantasías menos esperadas
y amarraré tus manos a mi cuello,
tu alma a la mía.
Te enamorarás sin previo aviso
y cuando eso ocurra
ni siquiera pensaré en dejar de ser una perra.

jueves, 6 de febrero de 2014

Caña

Nadie iba a saberlo nunca, nadie pensaría siquiera todo lo que anoche había pasado en esa casa, en su cama. Eran las tres de la tarde y ella caminaba como podía, como recordaba que era el camino hacia su casa. Sin ganas, quizás un poco de pudor; no era la primera vez que lo hacía, seguramente no era la última, pero esta era de esas pocas veces en las que la cantidad de alcohol y marihuana no borraría todo lo que pasó, ella lo sabía. La música le retumbaba en sus oídos todavía, a estas alturas ya le apestaba el dolor de cabeza. Sus pasos iban firmes y calando el suelo como si intentara olvidar alguna cosa, como si quisiera que su cara de odio hacia el mundo les hiciera creer a todos lo que ella ni siquiera entendía. Las cuatro y media de la tarde y las ganas de fumarse otro caño no se le habían quitado, tenía uno en la casa, o por lo menos esperaba que aún estuviera ahí.

Los recuerdos eran escasos, borrosos. Las sensaciones eran casi lo mismo, aunque el sexo oral de anoche no le dejaba las piernas tranquilas, como si caminara más rápido cada vez que lo recordaba. Llega al paradero y prende un cigarro, es la única solución que tiene hasta el momento para el bajón. Espera con más ganas el llegar a su casa, tomar una ducha, fumarse el caño para el dolor de cabeza. La mata, pero nadie sabe de dónde nace ese dolor. El alcohol está haciendo su efecto, la marihuana quizás. Sus pensamientos también hacen lo suyo; sabe que él no es cualquier persona, ella tampoco lo es para él, saben muy bien lo que tienen entre manos. Ella sabe muy bien lo que siente, o lo que intenta entender como sentimiento o algo así. Nadie puede negar que el dolor más fuerte proviene de ahí, ella lo sabía. Al parecer ese era el problema, ella lo entendía todo, incluso sabía todo lo que vendría después. Ella entendía que es exactamente el después lo que no llegaría, por mucho que lo pidiera, hasta deseara… aunque lo niega siempre. Siempre.
Saca las llaves del bolso, abre la puerta. No hay nadie. Hay una nota en la mesa “hija, hay comida en el refrigerador”. Nada de hambre, va la pieza, abre el frasquito de metal y saca el caño, lo prende, aún con los audífonos puestos. Se estira en la cama y como por una cosa extraña, magia quizás, o el muy buen cogollo que le regalaron, cada detalle de toda la noche vuelven a resplandecer ante sus ojos como si fuesen fotografías rápidas en blanco y negro. Cortas, precisas, sin tantos detalles, pero con demasiadas sensaciones dentro de sí. Abre los ojos y nada, no se van, siguen… siguen y se clavan como agujas en su pecho. Muchas agujas que no dejan de punzar, cada vez más fuerte, cada vez más profundo. Vuelve a cerrar los ojos, suspira. Aspira bien profundo el cogollo. Contiene. Bota.

Nunca toma en cuenta estas cosas, de hecho le son hasta extrañas, dentro de ella por lo menos. “La vida no se trata de esta mierda” dice en su mente. Y tiene razón, no se trata de esto, no se trata de recuerdos, no se trata de quedarse pegados en una noche que se vuelve a repetir, una y otra vez, todas las semanas. “No se puede trastornar la vida por huevadas que no valen la pena”. Y tiene razón, como siempre esta historia no vale la pena. “Sé lo que hago, sé lo que he sido, no estoy para este juego, no conmigo” sigue pensando. Es extraño cuando un caño no borra nada, de hecho casi nunca le pasa, pero hay veces en que no se puede hacer mucho con lo que está adentro, intentando invadir el corazón. “Yo no tengo corazón, no para esto”.
La verdad es que no hay mucho que pensar después de tanto tiempo. No puedes pedirle a un águila que deje de volar, no puedes pedirle a una serpiente que no se arrastre “No puedes pedirme que me comprometa contigo después de lo mierda que has sido” piensa como si le hablara a él. No puedes pedirle a un hombre que sea como nunca ha tenido en consideración ser. La cobardía es el fuerte más recurrente de sus palabras, piensa ella.

Ella se ha encargado de hacer de su cara una expresión en donde los sentimientos no rodeen la debilidad. Sus ojos dicen más de lo que ella quiere admitir, sin embargo, nadie puede saber lo que realmente están gritando, ella lo sabe muy bien. La manipulación es un juego de niños cuando se trata del nexo previo a una noche bien follada. Por mucho que esconda esta cosa de los sentimientos, nunca ha negado tenerlos. Puede evadirlos por mucho tiempo, incluso hacer como si no le afectaran, pero todos sabemos que aunque por muy perra que parezca, nadie borra las cicatrices de un beso bien dado, de esos que se quedan más adentro de los labios.

No quiere pensar más, no tiene ganas de tonterías. Su vida va más allá de cualquier “porquería” que pretenda corromper su libertad. La decisión está tomada y aunque duela, no hay vuelta atrás. Nada más que hacer. “oye, salgamos?... a las 8, llevo un caño”. Se mira al espejo, miras sus ojos, esboza una sonrisa. Sus ojos detalladamente bien maquillados, sus labios rojos al igual que su cabello. Bloquea, una vez más su mente, toma su bolso, celular, cigarros, encendedor. Sale.


Nadie iba a saberlo nunca, nadie pensaría siquiera todo lo que anoche había pasado en esa casa, en su cama. Eran las tres de la tarde y ella caminaba como podía…

sábado, 11 de enero de 2014

De la noche anterior

De todas las noches,
las que más me fascinan
son en las que puedo morder la almohada.
Tú encima, tu chocándome,
tu respirándome al oído... "te gusta"
Y bueno, ninguno necesita más detalles.
Yo muerdo la almohada,
tú recargas tu mano en mi nuca
y nos calentamos tanto... "así, dale"
Me gusta, me fascina.
Me pierdo en todo el placer
que me provoca todo lo que me metes y mueves.
Vaya que lo haces bien.
Me encanta todo lo pasional que te pones
cuando manoseas todas las partes de mi cuerpo.
Redondeártelo con mi culo; subir, bajar, meter y sacar.
Una cosa sutil... no, mentira,
de sutil nada, de sutil la decencia, de sutil el pudor.
Es que me late cada vez que me lo pones en frente,
redondeártelo con mi boca hasta que... bueno,
ya dije que no necesitábamos más detalles.
No podría dar más detalles sin meterme la mano
y masturbarme recordándote sobre mí,
haciéndome gemir, perder la respiración... oh, por Dios, tus manos en mi cuello...
fascinante ahogo mientras lo mueves hasta orgasmearme
una y otra vez,,, y tres y cuatro... seguidos y pasionales.
aah... Suspiro en el placer de tenerte en mi boca.
Me quejaré de pura llena no más,
pero me fascina tener que sentarme con cuidado
después de salir de tu casa, mi amor.