martes, 14 de julio de 2015

Un te amo a mi manera

Transgrediré el silencio  de mi alma y mis piernas
tan solo con pensar en ti y en lo que tengo que decirte.
Abriré mucho más que mi cuerpo y desnudaré mucho más que mi piel
cuando termine temblando hasta por dentro.
Toma ese puñal en tu mano y ábreme el pecho,
arranca mi razón desde lo más íntimo que encuentres en mi sangre.
Quebranta con esa navaja de doble filo toda mi revolución
y cállame con tu mano amarrada a mi cuello.
Porque ahogarme entre tus dedos no me importa,
porque no respirar contigo no me duele,
porque incluso el dolor suena apasionante cuando se trata de sentirte.

Me deseo a flor de piel en tus brazos, en tus manos apretando mis caderas.
Me deseo en el calor de tu pelvis corrompiendo mis miedos más profundos,
mis pensamientos más cobardes.
Quiero destrozarme la coraza de perra en la oscuridad de las noches en tu pieza,
en el calor de tu cuerpo apegado a mi espalda,
sintiendo tu aire balbucear con mi cuello mientras sueñas,
mientras sueño con arrugar las sábanas.
Es que contigo no hay momento que no sienta que esto es lo correcto,
porque besarte y bajar me nace de los instintos mas conectados
a todo lo lo que me haces sentir cuando ese tú y yo 
se va enredando agresivamente a no dejarse en paz nunca más,
a no detenernos hasta destruirnos el alma.
Y así, en el romance más avasallador que violentamente nos envuelve,
volver a nacernos, a reconstruirnos en los aires más repletos
de todas las palabras sucias que el alcohol de nuestros orgasmos
nos deja gritar como confesiones de pecador arrepentido.

Mírame fijamente sobre tu cuerpo tenso y deja que te baje el universo
hasta estremecerte con el placer de contener el tiempo,
contenerlo y explotarlo en mi boca,,, o dentro de ella,
olvidando todas las incertidumbres de lo mucho que podemos perder.

Derrite mi paranoia constante de sentir que te pierdo,
destroza con tus excitantes besos el pánico de que esto acabe.
No cerraré mi alma cuando tapes mis ojos,
mucho menos mi entrepierna cuando me lo hagas...
Te quiero encima cada vez que tenga miedo.
Quiero que me muerdas cada vez que quiera arrancar
a esconderme de lo omnisciente que te has convertido
en todo lo que pasa en mi corazón... No hay prisionero más libre
que este descorazonándose en cada orgasmo,
despedazándose para irse contigo hasta donde quieras llegar.
Porque ese es el plan; acabar juntos, terminar completos y unidos
en ese amor vicioso de las sensaciones más genuinas
que quedan como recuerdos, que se anclan en dos espíritus
completamente enamorados de lo que son por si mismos
y extasiados con lo que juntos son.

Es que ya un te amo no dimensiona
lo que tu piel y la mía conversan,
no alcanza para la complicidad que tu mirada
va dejando grabada en mis ojos,
no entiende que al pertenecerte no dejo de ser yo.
Soy tu perra, soy tu amante.
Soy tu compañera.

viernes, 22 de mayo de 2015

Cocainhombre

Vuelves a mi en medio de gratos recuerdos
o de los pocos que quedaron.
Oh, pero qué dichoso momento es el recordarte,
noche traviesa, llena de quehaceres malignos
a manos de perversiones tan propias como ajenas.
Drogas, drogas, drogas y drogas infernales y celestiales,
la ambivalencia misma de la razón.
Cumplo fielmente con estremecerme
al sentir la necesidad de morderte,
acariciarte en las sensaciones con las que te inhalo.
Eres la perversidad perfecta para mí,
la composición exacta de mi lujuria.
Me nublas, me conservas en las malas intenciones
de sexualizarte dentro de mí,
de oscurecerme el alma.
Eres la conciencia perfecta para hacer lo incorrecto
y no necesito cerrar los ojos para perderme
en el deseo que me viene cada vez que quiero un poco...
un poco bastante, un poco demasiado de ti,
de mí contigo
efectuando tus más distorsionadas intenciones.
Eres, de mí, el instinto más animal
y salvaje que busca tu sodomización perfecta,
constante, tu ahogo en mis pulmones,
en mi sangre, en todos los fluidos, en mi boca.
No te pertenezco ni tu me perteneces,
pero cuando nos mezclamos,
tú y mis malas intenciones,
tú y mi necesidad acosante
de volverte a sentir,
nos convertimos en un mar de obsesiones,
somos dioses acosando al infierno,
somos respiros sucios y empolvados
de maravillosas experiencias que nos envisian,
nos hacen volver y caer,
volver y eternizarnos,
volver y purificarnos con el mismo cielo,
con el mismo dios,
amistarnos con el pecado
y fornicarlo hasta decir basta.
Pero tú me necesitas más que yo a ti,
porque sin mí no puedes vivir,
porque sin mi cuerpo no existes,
sin mi necesidad no perduras.
Eres una parte de mí que despierta con dos líneas,
dos respirantes líneas.